lunes, 2 de julio de 2012

Neal, Jack and me


Vivir al día suena muy mal. Parece que lo dejas todo a la improvisación, que no tienes orden. Que no hay OBJETIVO, pero cuando estás en esta situación de enfermedad grave en la que un diagnóstico te cambia la vida, vivir al día es un pasaporte para huir de la locura. No hay planes: no hay ansiedad. Esto podría parecer una aberración dentro de la organización de una empresa, pero yo no soy una empresa. Soy un ser humano. Una persona que tenido que aparcar su gran OBJETIVO, para centrarse en su objetivo inmediato: la reparación. He entrado en el taller y los mecánicos me marcan la pauta. Es difícil abstraerse, es difícil mantener la calma. Siempre pensamos en qué es lo que va a pasar, en estar sobre-informados, en saber más que el experto. Estamos narcotizados por nuestra obsesión de conocimiento inútil. ¿Para qué me tengo que aprender cómo se llama algo de lo que me voy a olvidar en cuanto salga por la puerta de la consulta? Lo llevo en un papel apuntado. ¿Para qué necesito abalanzarme sobre Google y teclear esos nombres imposibles? Voy a encontrarme con más palabras en clave que no voy a saber descifrar. Más ansiedad, más nervios, más Tranxilium, más Lexatin y más Trankilene.
Hace un montón de años existía una tienda de discos en Madrid que se llamaba DiscoPlay. Además de discos y cassettes, en el local se vendían camisetas, gorras, pósters y todo lo que tenía que ver con el mundo del merchandising musical. Ya había visitado la tienda en algún viaje familiar. Estaba en la Gran Vía, en un enjambre que se llamaba “Los Sótanos”. Con el tiempo se dedicó a la venta por correspondencia y editaba un catálogo (el BID) que te llegaba al buzón de casa si previamente les habías mandado los datos. Los precios eran buenos. Mis amigos y yo comprábamos regularmente a través del boletín y agrupábamos pedidos para ahorrar los gastos de envío. Entre que enviabas el pedido y te llegaba, pasaban unos 15 días. Qué tiempos.
Esta vez, la caja del pedido contenía uno de los discos que con más ansiedad había estado esperando. El nuevo álbum de King Crimson de 1982. Al abrir la caja de cartón salió Beat. Con su portada minimalista azul claro y su corchea rosa. En esos momentos King Crimson sólo ocupaba un espacio muy pequeño en la estantería de mi discoteca. Sólo tenía un disco en directo que había comprado en Londres, llamado Earthbound. No se había editado aquí. Según la crítica, el peor de su carrera. En cambio, a mí me gustaba mucho. Estaba grabado durante una gira con un cassette enchufado a la mesa de sonido, saliendo al mercado en 1972. Vamos, una inspiración para el movimiento punk que llegaría 4 años más tarde. Desde el momento que asimilé Beat, King Crimson pasó con los años a ocupar más de un metro de estantería en mi discoteca. A la ediciones oficiales, hay que añadir los numerosos discos piratas, los discos de King Crimson Collectors Club (45 referencias), algunas de las ediciones de DGMLive pasadas a CD-R.
King Crimson ha sido mi máxima influencia en música desde que llegó aquella caja de cartón. Creé la lista en internet del grupo en español. La llame Indiscipline como uno de los temas del disco anterior a Beat: Discipline



Beat no tuvo aquella ceremonia de la que hablé en un post anterior. Los vinilos de esa época solían venir en una funda de papel en la que se solía incluir las letras, fotos e información del grupo. Ya no olían como para “colocarte”. Tampoco mis discos salían de casa, y mi equipo de música nuevo acariciaba el vinilo. El disco comenzaba con un tema llamado Neal, Jack and me. Tenía referencias muy claras a la generación beat (de ahí el título del álbum). Neal Cassidy, Jack Kerouac eran los protagonistas del título del track que habla de movimiento; de que soy ruedas moviéndose. De que soy un Studebaker cupé del 52. Las guitarras te van atrapando en un trance como en un gamelán balinés o como si fueras un derviche girador. Una maravilla en tiempos impares.
Esta mañana he estado tarareando la canción. Desconozco el motivo. Puede ser porque  ayer se nos averió el coche y también está en el taller. Además hay que cambiar dos ruedas. Después me ha venido a la cabeza la palabra amortiguador. Parece una cosa tan abstracta, como cuando el sicólogo presenta al paciente un manchón de tinta negro y le pregunta a ver qué le sugiere. Hoy cualquier mancha de tinta me llevaría a decir que es un amortiguador. 
Durante un año estuve adaptando el día a mi realidad. Viajaba sin amortiguadores. Corrí mucho riesgo de lesionarme y no poderme rehabilitar nunca. Veía que, si no hacía nada me podría salir en la siguiente curva. Hace unas semanas le puse los amortiguadores a mi vida. Necesitaba adaptarme positivamente a esos reveses que nos tiene preparada su carretera. Le puse una de mis marcas favoritas que se llama: SE FLEXIBLE. Cuando el cielo está gris, llueve y hace un viento huracanado los árboles centenarios se cascan, caen al suelo derrotados por algo tan ligero como el aire y sus raíces se secan. En cambio, el bambú se dobla y se dobla hasta que el monzón deja de rugir. Es cuestión de disciplina.
Hoy no he empezado el tratamiento de quimioterapia, como había anunciado. De momento, no voy a poder darle leña al MONO. Parece que han puesto nombre a la bacteria que me provoca la fiebre y ahora le tienen que poner los apellidos. Por lo tanto, tengo que seguir con los antibióticos. ¡Vaya Chasco! Y antes de venirme abajo, le he puesto buena cara al médico y le he dicho: “Lo que tu digas”. Él es el que sabe, no yo. Me pongo en sus manos y soy capaz de darle el control de mi situación. Tengo confianza en él. Después de reconocer que tengo una enfermedad, me he adaptado a vivir al día. 
Robert Fripp es el jefe de King Crimson. En sus diarios cuenta que, cuando empezaba no tenía oído musical pero acabó siendo el artífice de una música compleja y bella. Un creador que ha llevado el valor de la música y de su peculiar punto de vista sobre la realidad más allá de los escenarios y de los discos. Lo ha plasmado también en sus cursos de guitarra y conferencias a ejecutivos. Siempre ha rodeado sus proyectos de músicos increíbles y cada proyecto superaba al anterior. Es el héroe de la disciplina. Ahora King Crimson está aparcado, supongo que Fripp tendrá otra prioridades. Todos tenemos otras prioridades. Ahora, mi principal prioridad es reparar mi cuerpo y fortalecer la disciplina para ganar la batalla.



2 comentarios:

  1. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto leyendo un blog. Y no es que no haya blogs interesantes por ahí pero pocos me llegan a enganchar. ¿No había una canción por ahí que decía "Facebook kill the blog star"?

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  2. Robert Fripp es el guitarrista que toca sentado a la derecha. Adrian Belew canta y toca esas guitarras imposibles, es un tipo estupendo y la vida ha cruzado nuestros caminos alguna que otra vez y hasta nos hemos hecho fotos. Tony Levin está a la izquierda y toca ese instrumento peculiar que es el Chapman Stick, el mismo que toco yo. Atrás está William Bruford a la batería, el percusionista más musical que conozco. Bruford escribió sus memorias y las plasmó en un libro que merece la pena leer:
    http://www.amazon.co.uk/Bill-Bruford-Autobiography-Crimson-Earthworks/dp/1906002231/ref=sr_1_1?s=books&ie=UTF8&qid=1341421152&sr=1-1

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