lunes, 4 de febrero de 2013

La Teoría Pinocho/The Pinocchio Theory

MONO leyendo el número de febrero de
Revista Mongolia

Esta mañana me he mareado. Estoy acostado y me cuesta conservar el equilibrio. Desde hace casi dos meses estoy muy flojo, diez días después de acabar la última quimioterapia. El jueves me hicieron la temida punción de médula. Todavía no hay resultados, aunque sí sé que tengo anemia y las defensas muy bajas. Estoy hinchado y cansado, pero hoy tengo que escribir porque es el día que le han asignado al cáncer en el calendario.

Un día llegó el cáncer al dispensador de números y le tocó el 4 de febrero. Esto de los conmemorativos para concienciar sólo sirve para rellenar un minuto en los telediarios, y queda olvidado ante la avalancha de marrones que tiene el país. El cáncer y sus múltiples noticias sobre dolor, solidaridad, avances médicos, investigación, optimismo,...; quedará relegado a un apunte marginal en cualquiera de los informativos diarios. Será enterrado por contabilidades B, ministros de sanidad pringados en confeti, querellas, imputaciones y declaraciones. Políticos afectados por el efecto Pinocho. En el fondo, alpiste para una ciudadanía narcotizada por engaño tras engaño, que no ve esperanza a corto plazo. Y que tampoco tiene ganas de tenerla, porque no hace nada para cambiar esa situación. 

Con Mariano en Roma 2006. Ya tenía la nariz bastante larga
Pinocho nos habló este pasado sábado a través de una pantalla led de última generación. Su nariz va creciendo tanto como un sequoia. No me explico cómo un muñeco con gafas, pelo teñido y barba blanca puede hablar durante tanto rato sin decir nada. Los periodistas se quejan de la ausencia de feedback con el muñeco. No sé para qué fueron. Si yo fuera periodista no iría a esas charlas de adoctrinamiento si no me dejan hacer preguntas. Pero esto entra dentro de las estrategias de manipulación. Una de las más importantes es la de levantar un revuelo muy gordo para distraer la atención de cosas que realmente nos duelen. Algo que encanta en las fábricas de muñecos, y que los medios de comunicación apoyan. Nos tratan como a niños para que nuestra respuesta sea infantil y desprovista de sentido crítico. Nos engañan con decisiones salvajes, que atentan contra los derechos que hemos ganado a través de décadas, presentándolas como necesarias para que las aceptemos con resignación. Para eso, nos quieren convertir en incultos y mediocres.

Así, con estos problemas estructurales corruptos, nos vamos olvidando de los recortes en educación, en investigación y en sanidad. Todos estos personajes están volcados en echarse la culpa unos a otros para ganar tiempo y tapar su incompetencia, además de apelar a “presunciones de inocencia”. Pero los inocentes languidecemos en listas de espera, en que “no te pongas a las nueve que no te vale el santolio, como te dé una miaja de apechusque la roscas”(*) entre las 15 horas y las 8 horas del día siguiente porque cierran las urgencias rurales, en REPAGOS, en habernos engañado con el euro por receta declarándolo ilegal (eso de crear problemas y luego dar soluciones, otra manipulación más), y en muchas más cosas que me ponen triste.

Las gaviotas en sus escaños a ver quién pilla primero
Lo que en realidad quieren los muñecos es que nos demos prisa en morir porque salimos muy caros. Encima los que somos crónicos, debemos darnos más prisa. Sin temblarles la mano de madera, quitan las subvenciones al transporte no urgente de enfermos (en algunos lugares, además de madrugar, el paciente tiene que abonar 10€ por trayecto), a las quimioterapias orales y a todos los medicamentos efectivos que rodean a las otras. Os conté en otro post cómo en mi hospital me sustituyeron la medicación para reforzar las defensas llamada Neulasta por otra llamada Zarzio. Todo por una cuestión de costes. Por otro lado, las familias de enfermos piden créditos para seguir con los tratamientos porque se ha suprimido la justicia del bienestar. Cuando el crédito se acabe, ¿qué harán? La Asociación  Española Contra el Cáncer denunciaba hoy en una televisión que muchos servicios sociosanitarios que antes estaban en la cartera básica cubiertas al 100% han pasado a la complementaria. Es decir, que aquí empiezan los “copagos”, en realidad son “repagos”, porque ya nos descuentan dinero para ingresarlo a las arcas de la Seguridad Social. Por lo que, en familias con una renta menor de 18.000€ se puede multiplicar por tres el gasto del tratamiento oncológico.

Esta mañana, la cuñada de un ex-deportista muy ambicioso, y poco inteligente, ha hecho el paripé porque tiene un cargo de honor en la Asociación Española Contra el Cáncer. Ha manifestado que se necesita invertir en investigación y que la detección precoz salva vidas. Las palabras que vienen de donde vienen suenan a insulto, cuando el gobierno de este país se está cargando la Sanidad. Y mañana, tal vez aparezca en otro "bolo" de otra fundación de la que también es presidenta de honor, y dudo que se acuerde de los que llevan el cáncer a diario y de las familias que lo soportan.

Neil Young hizo una canción hace muchos años que se titulaba “Activista” habla de un lugar “donde incluso Richard Nixon tiene alma”, y en los directos le cambiaba el nombre por el presidente republicano de turno. El original hacía referencia al presidente de Estados Unidos que estuvo involucrado en el Watergate. Recomendable la película de Alan Pakula titulada “Todos los hombres del presidente”. La actitud de hartazgo ha sido la inspiración de este post haciendo un paralelismo entre Richard Nixon y Pinocho. Pero hoy necesito mantener mi ánimo fuerte por eso me he acordado de Bootsy.

Tengo un amigo que dice que hay que tenerlos bien puestos para salir a la calle vestido como Bootsy Collins. Un hombre que tocó el bajo eléctrico con James Brown en la época del super famoso “Sex Machine”. Es la máxima expresión de la música funk hoy en día. El funk es sagrado, es como una religión. Es el antecesor de la música disco, del hiphop y de todas las versiones de la música electrónica de baile. También es parte de mis raíces musicales. Es  un tipo de música que te mantiene animado dentro de esas quimioterapias tan aplatanadoras. Escuchar a la Rubber Band de Bootsy, o a Funkadelic, o a Parliament, o a Sly and the Family Stone, o a Prince, entre otros, te anima más que una pastilla de Enderezolín. Y si esto no te anima, siempre queda el padrino: James Brown.

En 1977, Bootsy hizo un tema que se titula “The Pinocchio Theory”. La letra no dice gran cosa, como ninguna de las canciones funk. Pero siempre hay alguna pincelada que te hace pensar:

Oh yeah, this is the Pinocchio theory
Don't fake the funk or your nose'll grow

Esta es la Teoría Pinocho, 
no falsifiques el funk o tu nariz crecerá.

Sustituye "funk" por lo que te imaginas y
habrás acertado

Cada vez que cae una hoja del calendario me hago más crítico, más escéptico y comienzo a dudar de que ya la ideología se limite a izquierda y derecha. Aspiro a un mundo mejor y más justo. Para conseguirlo, hay que librarse de esta calaña. No nos sirven, más bien, se han servido de nosotros y eso no podemos tolerarlo. Debemos organizarnos y trabajar para cambiar de paradigma. Lo que no quieren ver son las ganas de vivir que tenemos. La cantidad de gente que se termina curando. La solidaridad que comienza a haber entre la gente, aunque andemos un poco apalancados.



Si se pudiera cambiar de políticos/muñecos como cambiamos de taberna, haríamos la portabilidad ya. La crisis política está tapando la crisis económica. Parece que estos trozos de madera podrida no tienen ganas de que se arregle nada para poder seguir alargando su nariz, su poder y su cuenta bancaria localizada en coordenadas inciertas. Y siempre es la misma historia. Nos convencen con promesas, como las empresas de móviles (celulares), para luego cobrarnos por servicios que no hemos solicitado y recortarnos progresivamente lo que más nos duele: la educación, la sanidad y la investigación. Intentan implantar una nueva edad media, termino que definió Alain Minc hace un montón de años. Hay otros mundos, pero están fuera de esta pocilga.

Esa nariz crece por momentos, mira cómo brilla.
Porque soy un ciudadano, no un súbdito, porque llevo más de 30 años cotizando a la Seguridad Social, y pago mis cuotas de autónomo todos los meses, aunque esté de baja. Porque el día 30 de enero mandé mis declaraciones anuales de IVA y pagué las retenciones a la gente que he contratado en los pocos días que he estado de alta en 2012. Ahora leo que la Hacienda de mi comunidad, que depende del nuevo asno lehendakari, anuncia que los presupuestos recortarán en Sanidad y Educación. Otros que también se han convertido en muñecos. Porque no puedo comprender por qué se mezcla la rentabilidad con la sanidad o la educación. Porque tengo mis derechos, porque nos han engañado y porque hay libertad de expresión, exijo que no se toquen estos derechos y que se recorten los muñecos. O mejor, que Pinocho, los demás muñecos y sus polillas ardan en el infierno, porque su madera está podrida desde hace mucho tiempo. Ahorraríamos millones de euros y nos podríamos jubilar a los 60.


Bootsy Collins - The Pinocchio Theory


(*) Con estas palabras una vecina de Honrubia, Cuenca, resume la situación que viven los vecinos de esta comunidad tras el cierre del servicio de urgencias. Ante las cámaras de televisión, la señora explica de este modo, con localismos castellano-manchegos, que si a partir de las 9 de la noche un vecino enferma en esta localidad de nada servirá rezar al "santo óleo" (santolio). Al menor (miaja) problema de salud (apechusque), morirá (roscas).