jueves, 5 de julio de 2012

Going Home


Hay canciones que hablan de la vuelta a casa. Cada artista con una larga carrera tiene escrita una por lo menos. En diferentes estilos, desde el rock más “echao palante” hasta el jazz más loco; desde el country más ortodoxo hasta la música contemporánea; desde Neil Young hasta Muddy Waters. Todos queremos volver a casa y lo cantamos a pleno pulmón. Los que hemos vivido a temporadas fuera de nuestro hogar guardábamos como un tesoro los billetes que nos iban a hacer regresar a nuestro pequeño territorio. 
Hay tantas canciones que nos hablan de regresos y nostalgias..., que al final nos dejan el alma molida. Prefiero los instrumentales, son más abiertos y siempre dejan la opción de no mirar el título y decidir que se titulan “Qué bien me siento hoy”. Lo que suele pasar es que están construidos con acordes menores y eso marca la diferencia, cargándolas de melancolía. Para decir que te sientes mejor que James Brown ponte el Johnny B. Goode de Chuck Berry en la versión de Jimi Hendrix. Botarás hasta con el goteo puesto.
Carlos Santana es mundialmente conocido por sus temas instrumentales desde que sacó “Jingo” en su primer disco. El sonido de su guitarra es reconocible al instante. Ese sonido redondo y grueso. Esas notas eternas colgadas de sus dedos, el sustain infinito. Nos maravillaba la sencillez de sus solos, casi se podían silbar sin ponerte morado. Le tengo cariño, aunque no haya vuelto a escucharlo con atención desde hace más de 30 años. Cariño, se puede llamar así. Cuando subí la primera vez en mi vida a aquel escenario de colegio con un bajo que era más grande que yo, el primer tema que tocamos fue “Oye cómo va”. Un famoso tema de Tito Puente que todo el mundo ha escuchado alguna vez.
Por aquella época, el guitarrista sacó un álbum del que no se extrajeron singles. Se llamaba Welcome, Bienvenido. Con una portada blanca con el título en letras doradas, lo compró uno de mis amigos. El disco estaba lleno de misticismo, aunque conservaba los rasgos de percusión latina de los discos anteriores. Para saborearlo bien, había que escucharlo unas cuantas veces. Fue el primer disco que no me entró a la primera. Me lo llevé grabado en una cassette para escucharlo tranquilamente en casa. Eran los tiempos en que entre la compra de un disco nuevo y el siguiente pasaban unas cuantas semanas. Tiempo suficiente para aprenderte el disco de cabo a rabo, los títulos de las canciones, los compositores, los músicos y hasta la leyenda de “Impuesto de lujo a metálico”. Esto ya no me ocurre ahora, en algunos casos no soy capaz de aprenderme ni el título del disco.
Aquel Welcome comenzaba con el tema “Going Home”, “Yendo a casa”. Un tema lleno de introspección basado en la Sinfonía del Nuevo Mundo de Dvořák y arreglado por Alice Coltrane. Es un instrumental dominado por el sintetizador de Tom Coster que deja abierto el camino para que cada cual se imagine volviendo a casa a su manera. Por la mañana, estuve pensando en cual sería la banda sonora que le iría mejor a este trozo de mi vida y recordé éste entre un montón de alternativas. Durante estas semanas la música que hay en mi cabeza es resplandeciente, contrastando con los acordes disminuidos y oscuros que poblaban mis pentagramas hace unos meses. Un nuevo mundo se acerca, casi puedo tocar sus costas. Un nuevo mundo sano y lleno de luz.
Ayer me dieron el alta para seguir tratamiento en casa. Cuando marchas del hospital te llevas un recuerdo de la gente que se queda en las habitaciones. Mucha gente está sola. Nadie les visita. Se quedan en esa vía muerta a la que conduce la soledad. Están deseando que llegue la hora de la medicación para poder escuchar la voz de la enfermera, la voz de la limpiadora a las 11 de la mañana, la de quien le hace la cama un poco antes. Escuchar la voz que te desea buen provecho a las 8, a las 13 y a las 20 horas. Y, cuando la tarde se hace eterna si no hay nadie contigo, alguien vestido de azul claro vuelve a preguntarte cómo estás. Por no hablar de los médicos que, aunque sólo te visiten durante 5 minutos, sabes de sus reuniones para revisar tu estado y controlar las modificaciones que se suceden en tu organismo. Ellos organizan tu tratamiento para ponerle nombre y apellidos a las chinitas que llevas en los zapatos de tu salud. Todavía hay más gente. Algunos ves y a otros no, pero su trabajo es imprescindible y dan soporte a los que acabo de mencionar. La labor de toda esta gente es más importante que la de un ministro con un Jaguar en el garaje. No te das cuenta, pero para que tú estés bien hay mucha gente implicada.
Siempre que pensamos en el éxito pensamos en Rafa Nadal, Messi, Lady Gaga o Bill Gates. Pero nadie piensa en el éxito que supone que un día un paciente que ha tenido una enfermedad grave sale de una revisión con el sello: ESTÁS CURADO. Toda esta cadena de gente está implicada en un éxito mayor que el que puedan conseguir todas las selecciones de fútbol juntas ganando un mundial y todas las estrellas del firmamento artístico ganando oscars y grammys. Debiéramos salir a la calle a celebrarlo. Porque cuando eres una puesta de sol y alguien te convierte en un amanecer soleado, el éxito no sólo está en el equipo médico. También está en esa persona que viene a quitarte la vía y te dice: “Qué bonito día has elegido para que te den de alta”. Y saca esa sonrisa de oreja a oreja sobre su uniforme azul. Esto también cura.
Cuánta gente trabaja en un hospital para que estemos bien. Un enjambre de personas que te hace la vida un poco más justa cuando la injusticia de la enfermedad asoma a tu puerta. Trabajan por un sueldo, pero quienes trabajan en la sanidad pública tienen ese plus especial de humanidad que otros no hemos recibido. Si quitáramos a cualquiera de esa cadena, todo se desmoronaría. Eso es lo que quieren conseguir nuestros mayores enemigos: aquellos a los que les votamos en el único día de democracia que tenemos cada cuatro años. Ellos no ven nuestra realidad. No les interesa. Los que tienen el poder de decisión sobre la sanidad pública van a clínicas privadas de cinco estrellas. Hablan todo el tiempo de dinero y nunca de personas. Las personas les importamos un huevo. Y mucho menos las personas que tenemos una enfermedad y gastamos esos dineros que tanto les duelen y que nosotros hemos aportado por adelantado.
Cuando acabe mis tratamientos y todo salga bien, también haré un tema que se titule “Yendo a casa”. En él hablaré de ese camino hacia la salud para el que ya he sacado los pasajes.


2 comentarios:

  1. Country roads take YOU home to the place YOU belong. Zorionak! Disfruta de la vuelta a casa.
    P.D. Deseando escuchar "going home" made by Luis.

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  2. Me has emocionado Luis, me alegro un montón y deseando estoy de escuchar tu canción "Yendo a casa"

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