viernes, 6 de julio de 2012

How Many Friends


El reposo te deja mucho tiempo para ti. Sabes que esos periodos son sólo tuyos y debes ocuparlos. Hay lectura, música y actividades manuales sencillas. Pero muchas veces tu ánimo no te da la fuerza suficiente para concentrarte en nada. Aunque tengas la moral subida y más alta que el Everest, hay momentos en los que dices: Hoy tengo mal día. En casa siempre hay música puesta, pero esos días necesitas átomos de quietud. Todo calla como en un convento y se convierte en “El Gran Silencio”, ¡La película!
Le das muchas vueltas a las cosas en ese viaje de la cama al sofá. Hablas contigo mismo como en una conversación de ascensor. Todo cosas evidentes. “Vaya día que hace hoy, es verano y así no hay dios que vaya a la playa”. “En Sevilla se mueren de caló y aquí..., está gris y ha llovido”. Al cabo de un segundo sólo te falta decir: “Déle al sexto, por favor”. Y piensas, “Qué gilipollez, si no puedo salir de casa y vivo en un cuarto piso”. “Este antibiótico es muy fuerte, o qué”. En ese momento de confusión necesitas a la gente. Los amigos te llenan de aventuras del espacio exterior, te cuentan las batallas cotidianas y se callan cuando tú les cuentas cómo estás. Lo que pasa es que tus amigos no están cuando más les necesitas. Incluso algunos no van a estar nunca.
Tener una enfermedad grave corta a la gente. Las cervezas y las risas de hace unos meses se convierten en: “Ostras, Luis tiene un linfoma, ¿qué le digo? ¿Y si le voy a visitar le llevo una botella de ron o un libro de auto-ayuda?”. Hay una parte de mi gente que sabe cómo estoy y no ha llamado, no les culpo. Antes de que me pasara esto, a mí me ocurría algo parecido. Iba de visita y me quedaba cortado, sin nada que decir. La visita se pasaba midiendo las palabras y meditando el tono de voz, de lo más estéril. Me sentía ridículo. Lo que necesitamos es que nuestra gente se interese por nosotros y nos hable como las personas que seguimos siendo. La enfermedad nos la han puesto porque teníamos algo que aprender, nosotros y los que tenemos alrededor. A ver si te crees que la dolencia únicamente la sufro yo.
No hay nadie que me levantara la moral mejor que The Who, además de llenarme la cabeza de rock, me llegaban con sus textos. Algunos se referían a chavales con problemas. ¿Problemas? La adolescencia estaba llena de problemas. Problemas en clase, problemas con las chicas, problemas en casa. Vamos, lo normal para la edad. Y, menos mal que yo no tenía hermanos, que si no, guerra mundial.
The Who eran cuatro tipos muy peculiares y muy diferenciados entre sí. Pete Townshend era el guitarrista y principal compositor, un lápiz atado a una nariz como él se definía. Vive y está sordo como una tapia. Famoso por destrozar guitarras y amplificadores en los inicios del grupo. Roger Daltrey a la voz todavía quiere seguir llevando el espíritu del grupo a los escenarios. John Entwistle “Dedos de trueno” como le solían llamar al bajo, componía estupendos temas de humor negro y falleció hace unos años. Por último, Keith Moon era un batería loco que se zambullía en las piscinas, pero con unos bañadores de la marca Rolls Royce de cuatro ruedas y un volante. Keith nos dejó a final de los años 70 a causa de sus excesos con las drogas y el alcohol.  Fueron el grupo Mod por excelencia. Con esa filosofía basada en la moda, en la música negra de los años 60 y en la rebeldía, fueron escalando puestos en el corazón de la gente. El rollo mod se puede comprender bien viendo la película Quadrophenia de 1979, basada en el disco homónimo del grupo. 





Cuando empecé a escucharles ya no eran mods, hacía muchos años que ya no lo eran. Tenía sus canciones en cassettes producto de intercambio con ciertos personajes del colegio. El primer disco que pude comprar de ellos era el Who By Numbers. Aunque la crítica no lo trató bien, a mi me parecía un buen trabajo. La portada era una caricatura del grupo que se descubría si unías con un lápiz los puntos numerados, al estilo de los pasatiempos de los periódicos. Yo lo hice y me cargué la portada. El álbum contiene una joya que hoy centra perfectamente el tema que estamos compartiendo. Los amigos y nosotros. La canción se titula “Cuántos amigos”. Quería hablar sobre esto porque el domingo me llamó Josu y estuvimos hablando de lo ausentes que están muchos amigos cuando tienes algo gordo en la salud. La canción pregunta sobre cuántos amigos tengo de verdad, y que se pueden contar con los dedos de una mano. Cuántos amigos tengo que me quieren, que me necesitan y que me toman tal como yo soy de verdad. Todo un mensaje que me viene bien para ilustrar mi estado de ánimo de hoy.
Estos días no hay mayor alegría que la comunicación. Que suene el teléfono y alguien pronuncie tu nombre, que te escuche y te transmita esa energía para seguir luchando. Esta lucha no se pelea solo, la batalla se libra junto con un montón de gente. Como la que por las tardes hace que suene la alarma del iPad sacándote de la abstracción que representa escribir esto que lees. Esos chats llenos de guitarras que tengo con Rafa, cómo me alivian. De esas charlas con Joxemari, con Txuma y de mensajes tan maravillosos como el de Guillermo de hoy. Esas toneladas de energía que recibo estos días de Carlos, de Gean, de Birdy, de Marta, de Barbara, de Manoel, de Luis G, de Edu, de Alazne, de Kasta, de Josu y de muchos más que ya iré relacionando. Tengo que mencionar a Iván y a Juan, mis asturianos favoritos, desperdigados por América con los que me he reencontrado gracias a la red. Estos días, mi familia digital va aumentando y me da tanta fuerza como mi familia “analógica”. Gracias a este apoyo escribo y describo lo que me está pasando. Me emociona recordar estos días de sentimientos tan intensos que quedarán meciéndose en este ciberespacio como un mensaje en una botella.
Ahora, The Who son archiconocidos por las sintonías de las franquicias de C.S.I., la teleserie. Cuando los escuchaba de adolescente, siempre estaba en guardia por si venían a tocar cerca. Tenía tantas ganas de verlos que hubiera ido a cualquier parte. Pasaron muchos años y no perdí la esperanza. Hace cinco años les vimos en el BEC de Barakaldo. 30 años después. Ya sólo quedaban Townshend y Daltrey, pero seguían siendo The Who y alguna vez me creí el protagonista de muchas de sus canciones. Disfruté como un chaval. Cuando conozco a alguien a través de la red siempre pienso en esta historia: que no importa el tiempo que pase, si la amistad es fuerte, al final nos encontraremos en algún punto del camino. Ahora ya sin interrogaciones: Cuántos amigos tengo que me quieren, que me necesitan y que me toman tal como yo soy de verdad.

The Who Live at BEC- Barakaldo 19.05.07


Grabación del concierto en CD y DVD



How many friends have I really got?
You can count 'em on one hand
How many friends have I really got?
How many friends have I really got?
That love me, that want me, that'll take me as I am?
The Who - How Many Friends



6 comentarios:

  1. me dejas sin palabras...
    Y si te digo la verdad he tenido que dejar de leer, porque hablas demasiado claro y llega demasiado dentro.

    Yo he tenido la suerte de llevarme gratas sorpresas con la gent de mi alrededor, pero se lo que son esos "grandes silencios" en los que tu cabeza hace repaso de absolutamente toda la vida y que ademas desde el dolor físico tiene un pelin de peligro por las conclusiones.

    Eso si, las alegrias ahora son mas alegrias que nunca!!

    Sigue así Luis!! eres un gran ejemplo de vitalidad

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    1. Esos malos días de grandes silencios te sirven para avanzar más de lo que crees. Aclaran los pensamientos y los sentimientos. Aunque empieces desde la negatividad vas transformando tu percepción de derrota hasta que se equilibra tu mundo. Hay que pasarlos. Es como cuando te deja tu pareja, no puedes saltarte el periodo de desamor. Si no no lo superarás.

      Esto nos ha pasado porque alguien ha visto que teníamos que aprender a ser más fuertes. Las enfermedades graves son un aprendizaje microondas extraordinario. En pocos meses sufres el dolor de toda una vida. Si piensas que este territorio es un campo minado, no saldrás adelante. Ahí es donde entra toda la gente que te quiere.
      Ainara, hoy es un día precioso. Vamos a aprovecharlo.

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    2. Tener una enfermedad grave corta a la gente. Las cervezas y las risas de hace unos meses se convierten en: “Ostras, Luis tiene un linfoma, ¿qué le digo? ¿Y si le voy a visitar le llevo una botella de ron o un libro de auto-ayuda?”. Hay una parte de mi gente que sabe cómo estoy y no ha llamado, no les culpo. Antes de que me pasara esto, a mí me ocurría algo parecido. "Iba de visita y me quedaba cortado, sin nada que decir. La visita se pasaba midiendo las palabras y meditando el tono de voz, de lo más estéril. Me sentía ridículo. Lo que necesitamos es que nuestra gente se interese por nosotros y nos hable como las personas que seguimos siendo. La enfermedad nos la han puesto porque teníamos algo que aprender, nosotros y los que tenemos alrededor. A ver si te crees que la dolencia únicamente la sufro yo"....Es una pena que todas estas cosas no se ensenhen como se ensenha a leer o a escribir. En la escuela no se dan cursos de relaciones interpersonales y vamos aprendiendo a base de experiencias. Pero a veces esas experiencias se basan en convenciones sociales que en muchas ocasiones son absurdas, de ahi esa sensacion de ridiculo que nos da decir ciertas cosas en ciertos momentos porque todo el mundo las dice. Romper el hielo, romper las convenciones, escribir, hablar y bromear. Todo eso deberia ser parte de un buen programa escolar.

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    3. La vida te enseña a base de situaciones límite. Cuando acabas la carrera y sales de la facultad con tu título eres un licenciado nada más. Luego, la experiencia te pone en el sitio que realmente mereces. Cuando has metido la pata delante de una persona con una enfermedad grave, si queda algo de empatía en tu ser, reaccionas favorablemente y no habrá una segunda metedura de pata. Hay personas que no tienen ningún tipo de sensibilidad y seguirán cometiendo errores.

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    4. De amigos y de música:
      Tendríamos 17 o 18 años y teníamos un amigo en el pueblo que venía de Madrid a veranear. Era buen chaval, pero muy pedante con la música, siempre a la última, viniendo de la capital. Un día, el más socarrón de los colegas le dice, todo serio:
      -Julio, ¿has oído lo último de Who?
      -¿Lo último? No puede ser, me habría enterado.
      Y lo dejó cocer un rato en su propia salsa hasta que no pudo más:
      -¿De verdad hay algo nuevo de Who?
      Y va el otro y le dice:
      -Sí. De "Who...ckleberry Houuuuund!!"
      Como anécdota es una mierda, pero de la cara que puso el madrileño todavía no me he olvidado 40 años después.(Momento gracioso musical):)
      Y... http://www.youtube.com/watch?v=jBDF04fQKtQ

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  2. Aupa Luis,
    hemos dedicado al menos cinco años de nuestra vida al estudio directo de la comunicación y no sé cuantos llevamos trabajando en ese ámbito. Tenemos (sinceramente nos encanta porque son cojonudos) los últimos chismes para estar conectados y comunicarnos en el momento en multitud de formatos, sólo nos falta seguir conectados cuando dormimos… y el caso es que esta gran capacidad de inmediatez y comunicación en tiempo real… no hace otra cosa que alejarnos y enfriar las relaciones. Todo esto ya lo advertían algunos textos visionarios que analizamos en la facultad.
    Creo que ahora hace un año que hablamos la última vez cuando te llamé para ir a los conciertos de Sallent en plan quedada y me hablaste de tu imposibilidad de ir debido a una estricta dieta que debías seguir a cuenta de una bajada extrema de defensas (o algo así entendí yo). Ahora entro en tu blog y me hago cargo de tu situación pero estoy seguro que cuando acabes con el tratamiento vas a ponerte a dar guerra otra vez. Ya estamos esperando esa nueva partitura.
    Animo, un fuerte abrazo
    te sigo en tu blog.
    sabin egilior

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